Su nombre completo es Oscar
Daniel Bezerra Schmidt, aunque en España, tanto medios de comunicación como
aficionados ‘ordenaron’ a la española sus apellidos y aquí siempre se le
conoció como Oscar Schmidt Bezerra. Auténtica estrella del baloncesto brasileño,
por ser el máximo anotador en tres Juegos Olímpicos (superado recientemente por
Pau Gasol) y por ser considerado el máximo anotador de todos los tiempos, con
49.703 puntos en su carrera profesional. Sin lugar a dudas es el mejor jugador
suramericano de todos los tiempos, sólo Ginobili puede hacerle sombra y uno de
los 5 mejores jugadores de la historia que no ha pasado por la NBA.
Tardía fue la introducción
del baloncesto en la vida de Oscar, empezando a jugar a los 13 años partiendo de la posición de
pívot, debido a su prematura altura, y con un tiro no demasiado fiable. Este
inseguro tiro hizo que su primer entrenador, el japonés Laurindo Miura,
aplicara sobre él unos métodos orientales con el objetivo de mejorar su mano.
Benditos métodos. De esta forma se convirtió en uno de los mejores aleros
tiradores de la historia del baloncesto, de ahí el apodo de Mao Santa.
Las historias sobre los
entrenos/hazañas de Oscar son múltiples:
- En un entrenamiento,
cuando jugaba en el Flamengo, consiguió enchufar 90 triples seguidos. De hecho,
no abandonaba ningún entrenamiento si no metía 20 consecutivos.
- Logró encestar 196 tiros libres de
forma consecutiva en un entrenamiento con público.
- Su récord anotador lo
consiguió en un partido en Brasil, con 74 puntos.
- El récord de la ACB de
triples en un partido lo tiene con 11.
- No abandonaba ningún
entrenamiento hasta que no anotaba 20 triples consecutivos.
- En Caserta cuentan que era
su propia mujer, Cristina, la que a diario le acompañaba al pabellón para
pasarle el balón y que cumpliera sus series de cincuenta triples desde cinco
posiciones hasta un total de 250 tiros. Cuando su esposa se puso de parto
acudieron a un hospital de Nápoles y, como el médico le dijo que el niño no nacería
antes de cuatro o cinco horas, se fue a entrenar y a su regreso asistió al
alumbramiento de su hijo Felipe.
Oscar se hizo visible para
muchos aficionados europeos tras sus increíbles actuaciones con la canarinha en
los Mundiales o Juegos Olímpicos durante los años 80´s , pero en Italia, y más en concreto en Caserta, eran bien conocidas sus aptitudes desde
el año 1983. Hay un antes y un después de Schmidt. De tomar un equipo en la
segunda categoría del basket italiano a llevarlo a pelear por los títulos con
los grandes. Recaló en Caserta con 24 años y en cada temporada el club iba dando
pasos adelante. Subió a la Serie A-1, perdió una final de Copa, la Korac ante
el Bancoroma y la Liga ante el Simac Milan en un exitoso ciclo de cuatro años.
Oscar logró que Caserta, una
pequeña localidad situada al norte de Nápoles, pasara de ser una escuadra de
segundo o tercer plano a ser una de las favoritas en diversos campeonatos
italianos. Incluso situó a Caserta en el mapa del baloncesto europeo. Quien no
recuerda la final de la Recopa en la primavera del 89… el Snaidero
Caserta y al Real Madrid disputaron una de las finales más espectaculares y que
ha pasado a los anales de la historia, con prórroga incluida. La copa de
campeón se la llevaría el Madrid después de vencer por 117-113. Oscar llegó a
los 44 puntos, pero los 62 puntos del genio de Sibenik fueron demasiado para
los italianos.
Muchos títulos individuales
en esta etapa pero muy pocos colectivos, ya que en las ocho temporadas que
militó en Caserta tan solo ganó una Copa de Italia. Curiosamente, ésta ganó la
primera liga de su historia la temporada en la que dejó el equipo destino de
Pavia. Un rey carente de corona.
Estrella en equipos
humildes, nunca quiso dar el paso a clubes de gran entidad. Dispuso de varias
ofertas muy suculentas pero todas ellas fueron rechazadas. La más conocida llegó en 1984, Óscar
llegó a tener encima de su mesa una oferta seria de los New Jersey Nets, pero
la desechó por varios motivos: en Italia ganaba más, era el jugador franquicia
y, sobre todo, porque en esa época la normativa FIBA impedía jugar a los
profesionales con su selección.
También estuvo cerca de
fichar por el Real Madrid, se dice que todavía hoy Oscar Schmidt conserva en su
casa un contrato que le envió el Real Madrid, firmado por Ramón Mendoza, para
que se incorporara al club blanco que ya había fichado a Petrovic y buscaba un
juego exterior imparable.
Pero el destino es
testarudo, y finalmente los
aficionados españoles podrían verlo en directo. Oscar Schmidt firmó por el
Forum en 1993. Dejó una huella
imborrable en Valladolid a pesar de disputar únicamente 2 temporadas en ACB. Aunque
llegó a España con 34 años, consiguió unos números al alcance de unos pocos
elegidos. El brasileño firmó unos espectaculares números: máximo anotador de la
ACB en la temporada 1993/94 con 33.2 por partido, 2º máximo anotador la campaña siguiente con
24 de media.
Las palabras de Moncho
Monsalve, entrenador del brasileño en su primera temporada en Valladolid, dan
una idea aproximada de la importancia del alero, “es el jugador más grande del
mundo FIBA que ha existido jamás”.
Tras Valladolid regresó a su
tierra natal donde, pese a la edad, aún compitió durante ocho años. Ocho
temporadas en las que no bajó nunca de 30 puntos de promedio, convirtiéndose en
2001 en el máximo anotador de la historia del baloncesto, superando la marca de
46.727 puntos de Kareem Abdul Jabbar. Su retirada llegó en 2003, con 45 años y
cuando tan sólo se encontraba a 300 de los 50.000 puntos anotados.
En el 2010, como
reconocimiento a su gran carrera, entró en el Salón de la Fama, junto a otros
genios del basket europeo como Sabonis, Meneghin, Divac.
Kobe siempre se ha considerado fan de Oscar. |
Su amor a la selección
brasileña lo llevó a representar a su país durante cinco Juegos Olímpicos
(record junto al australiano Andrew Gaze y al puertorriqueño Teófilo Cruz),
siendo el máximo anotador de los tres últimos que disputó.
Su mayor éxito internacional
fue durante los Juegos Panamericanos de Indianápolis 87. El 23 de agosto,
después de meter 53 puntos en las semifinales, llegó la esperada final frente
al anfitrión, unos Estados Unidos representados por sus mejores universitarios
con David Robinson y Danny Manning como grandes estrellas. Los locales llegaron
a ir veinte arriba en la primera parte, que terminaría con “sólo” 11 puntos de
Óscar. Tras el descanso Robinson fue acumulando faltas y Óscar olió sangre. Las
caras de sus inexpertos rivales denotaban presión y miedo. “Tirad, tirad”, les
gritaba.
Se destapó con 35 puntos más, en una serie de 5 triples consecutivos
que cercenaron las esperanzas yankies. Nadie les había hecho cien puntos antes
ni les había derrotado en su propio suelo.
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El mejor jugador sudamericano de la historia es Ginobili sin lugar a discusion
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